Me haces falta, un poco más quizás a eso de las 6 de la tarde, cuando te ofrecía un café, sabiendo que dirías que no ¿Un té tal vez? sabiendo que dirías que sí… Sorbito a sorbito me preguntarías, mirando las luces de El Alto, ¿Quieres ver una peli? Tan obvio como la respuesta del café o del té :”Sí, claro” y seguiríamos por preguntar si esa noche ‘chelearíamos’, si compraríamos pipocas, o si cocinaríamos algún plato complicado de esos que me gustaba hacer cuando estabas aquí… la cerveza subiría, sólo un poco, y tanto tu, como yo, nos quedaríamos con los besos atorados debajo de la frazada…”abre la boca”, alguien empieza por lanzar el primer maíz, le seguirían las cosquillas, las estrellas de papel, los juegos donde se justifica el tacto, donde bailan tímidas las ganas por reconocer lo que ya sabemos… seguiría la noche, y con ella la tristeza camuflada de inocencia, el sueño también llegaría, la fe de la noche siguiente, o la siguiente, o la siguiente, … “Mañana seguro me animo”, “Mañana seguro se anima”, las ganas durmiendo juntas, y los cuerpos, a un impulso de distancia. Mañana llegó y aquellas ganas soñaron en algún lugar del colchón… Te dije que me gustaba lo onírico, que me gustaba inventarme historias en pupilas extranjeras, mejor si esconden el cielo, mejor si encierran el mar…
Debo dejar de dibujarte la ausencia…
dejar de mancharte el nombre
callar a la ciudad cuando te grita…
Debo, tan poco quiero…
Me haces falta, un poco más quizás a eso de las 6 de la tarde, cuando, mirando las luces de El Alto, espero simplemente que se enfríe mi café.